El alcanfor sirve para:
Mejorar la circulación de la sangre.
Prevenir enfermedades como la conjuntivitis y los ojos rojos.
Aliviar la hinchazón abdominal y los gases (es carminativo).
Evitar la varicela.
Favorecer la buena digestión y ayudar a tener un metabolismo óptimo.
Aliviar dolores en las articulaciones (por ejemplo, para personas con reumatismo o artritis).
Reducir los dolores en los golpes, esguinces y contusiones.
Desinflamar los músculos.
Descongestionar las vías respiratorias y expulsar las flemas (es expectorante).
Desinfectar heridas.
Tratar hongos en la piel o uñas.
Repeler insectos y combatir piojos.
Reducir el ardor en las picaduras de mosquitos.
Tratar problemas en la piel, como el acné y las erupciones.
Fortalecer el sistema inmunitario (evitando enfermarnos por causa de los virus y bacterias).
Relajar el cuerpo en combinación con otras plantas como, por ejemplo, la lavanda, la manzanilla y la albahaca.
Aunque son muchas las aplicaciones del alcanfor, es conveniente utilizarlo con precaución, ya que una dosis excesiva puede provocar problemas en el organismo y convertirlo en tóxico.
No se recomienda el uso en niños pequeños, tampoco en mujeres embarazadas o durante el periodo de lactancia, personas con epilepsia o mal de Parkinson.
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